Por José Luis Llovera Abreu
Más de la mitad de la población
mundial vive en ciudades y las ciudades se vuelven más populosas día a día. En
relación al uso, consumo y explotación del agua, se ha sostenido que la
iniciativa de contrarrestar el impacto por la demanda excesiva de este líquido
a través de la mitigación de fugas en las redes de agua entubada, es el primer
paso hacia su cuidado y aprovechamiento. Sin duda, el segundo paso sería idear
una forma de incrementar el almacenamiento de agua, sobre todo de aquella que
proviene de la lluvia, por ejemplo, en contenedores subterráneos luego de ser
filtrada por varias capas de la superficie de la ciudad.
Uno de los principales problemas
causados por la rápida urbanización es el aumento en la temperatura de la
ciudad. Este fenómeno es generalizado en todo el mundo e implica el hecho de
prescindir, cada vez más, de suelos porosos y sobre los cuales haya filtración;
como jardines, bosques urbanos, lagos, arroyos, áreas verdes en general, etc.
Por el contrario, la rampante urbanización crea superficies impermeables
mediante el uso indiscriminado del concreto y del asfalto, lo que genera las
Islas de Calor Urbanas (Urban Heat Islands), elevando significativamente la
temperatura promedio de las ciudades.
El especialista Donald Yow
enfatiza que “las islas de calor urbanas son un ejemplo muy claro y bien
documentado de una modificación antropomórfica al clima, la cual tiene un
impacto atmosférico, biológico y económico”. Las Islas de Calor Urbanas han
provocado que los planificadores, ingenieros y arquitectos tengan que resolver
un problema que el mismo ser humano ha creado. Por lo tanto, creemos que hay
mucho desconocimiento del tema y que deben ejecutarse acciones para la
implementación de un diseño urbano más inteligente. Por ejemplo, la creación de
más techos verdes, y ahondar en sus variantes tecnológicas, es una opción
práctica para disminuir la temperatura en las ciudades. Asimismo, el hecho de
incrementar la permeabilidad del suelo a nivel de calle e incrementar las áreas
verdes en la ciudad son los primeros pasos para lograr un decremento en la
temperatura en las áreas urbanas.
Existen estudios específicos
acerca del impacto provocado por el incremento de la temperatura en las áreas
urbanas y sus efectos en la salud. Una muestra es el escrito intitulado “Los efectos del entorno térmico en la salud
humana: una investigación de 30 años de mortandad diaria del suroeste de
Alemania.” por G. Laschewski y G. Jendritzky el cual, no obstante de que se
refiere a casos alemanes, nos revela estudios epidemiológicos acerca de los
impactos del entorno atmosférico en la salud y cómo estos se ligan a la
contaminación del aire. También nos demuestra que la generación de calor por la
ciudad y su disipación tienen que estar balanceadas, de otra forma se
propiciaría en los habitantes algo llamado “estrés térmico”.
Estudios
realizados por diversos especialistas demuestran que si se incrementa el área
verde alrededor de un edificio de tres pisos la temperatura de su entorno
disminuirá por lo menos 2 grados Celsius, lo cual representa más de un 5% de
ahorro energético. De igual forma, y aún en temperaturas frías, las propiedades
como aislante térmico de los techos verdes pueden minimizar la pérdida de calor
de los edificios y disminuir al mismo tiempo las emisiones de gases efecto
invernadero relacionados con la calefacción.
Si bien
es cierto que las propuestas aquí referidas no representan soluciones fáciles e
inmediatas, sí es una realidad que debemos comenzar a implementarlas y
propiciar así una estrategia conjunta, entre sociedad y gobierno, para
minimizar los efectos de las altas temperaturas y hallar formas de aprovechar
el agua.