Releíamos ayer una entrevista que le hicimos al arquitecto Carlos Flores Marini, director de Monumentos Artísticos del INBA, en el pasado mes de marzo, y por lo significativo de uno de los temas que abordó quisiéramos hacer un comentario al respecto en virtud del interés que le vemos, ya que se refiere a la vida en los lugares que, como Campeche, tiene un recinto amurallado.
Pues bien, el arquitecto Flores nos decía que, al hablar de las ciudades amuralladas, había podido observar en varias de ellas un curioso fenómeno (que nosotros dividiremos en tres etapas, para que los lectores tengan una idea más precisa del asunto).
Primera: que en el recinto amurallado originalmente vivieran personas acomodadas que representaban la clase alta de la sociedad, pues este lugar era reservado para ellas. Así pues, vivir intramuros significaba distinción, solidez económica, etc.
Segunda: se caracteriza por todo lo contrario a lo anterior. Esto es que si en principio vivir en el recinto amurallado significaba elegancia o nobleza, en esta segunda fase representa pobreza por lo que las personas pudientes salen rápidamente de ahí y construyen sus casas en las afueras de la ciudad preferentemente, lo cual ocasiona la ampliación de la urbe entre otras cosas. Antes de seguir adelante quisiéramos recalcar que en Campeche actualmente se vive esta segunda etapa.
Tercera: El recinto amurallado vuelve como en los viejos tiempos a ser el lugar donde vive la gente rica, y esto se debe a la idea de muchos de tener una casa que otros no pueden tener, pues si todos están económicamente en condiciones de construirse una residencia no todos con la misma facilidad pueden adquirir una antigua casa enclavada intramuros, por diversas razones, fundamentalmente del orden sentimental.
Pensamos que la última etapa no la verán quizá ni nuestros nietos, pero parece lógico lo que Flores Marini expone, debido a que llega el momento en que se desea tener algo que otro no tenga, para demostrar a la sociedad en que se vive determinado tipo de circunstancias valederas para ser tomadas en cuenta, aunque sea por razones de índole material exclusívamente.
Nos parecen muy interesantes las observaciones del director de Monumentos Artísticos del INBA, sobre todo que lo que él afirma está respaldado por la experiencia, puesto que ha sucedido en otras partes con las características campechanas en cuanto a la existencia, de una ciudad amurallada, y el universal ingrediente de la vanidad humana.
El paso de los años será el encargado de decir a las futuras generaciones en Campeche, si el comentado fenómeno se presenta en nuestra tierra, pero por si las dudas para los que todo cifran en sus casas posición social, personalidad, etc.- sería conveniente que fueran adquiriendo otras en el recinto amurallado para que sus descendientes puedan seguir sin tropiezos, las líneas torcidas o rectas de bonanza económica que hoy esgrimen a manera de "ábrete-sésamo" en las esferas sociales.
José Luis Llovera Baranda.- Campeche, Cam., 20 de mayo de 1977.
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