martes, 5 de abril de 2011

Tardes bohemias... vale decir que vivir en el recuerdo es volver a vivir.


                                                           
Con las alas de la imaginación, felizmente sanas hasta hoy, nos remontamos a los tiempos idos en donde podíamos navegar a toda vela por los mares de la placidez casi infinita, y bajo el siempre caro embrujo del gentilicio campechano, nos reuníamos viernes a viernes, para compartir tardes exquisitas que pasábamos en rondas de vinos, versos y canciones.

Tendremos siempre en la memoria el aroma mágico de mar, música y poesía, y a nuestros compañeros, cual cruzados adoradores de Euterpe, que nos deleitaban, nos cautivaban y nos hacían recordar generosamente lo que el insigne nicaragüense señalara: ¨En su noche un ruiseñor había que era alondra de luz por la mañana¨.

Recordamos que constantemente hacíamos votos para que esas reuniones continuaran siempre para regocijo del alma. Pero por esos tiempos, jóvenes al fin, olvidábamos que tarde o temprano, en nuestro caso, mas temprano que tarde, nos toparíamos con una serie de achaques propios de la edad, que mermarían capacidades para multiplicar el tiempo, aquél de pentagramas y poesías.

Hoy damos gracias a Dios de estar vivos, y que muchos entrañables amigos nuestros nos hayan obsequiado con su divino perdón, por no poderlos acompañar ahora a esas tardes bohemias que tanto disfrutamos. Empero, con nuestro muy castigado corazón que contra todos los pronósticos, sigue latiendo en mayúsculas, continuamos resignados, añorando esas reuniones enriquecedoras del alma, en donde escuchábamos el ritmo armonioso de nuestras olas marinas que trascendían a bendito canto y embrujo, lo cual nos permitía contemplar con ojos de relojes nuevos, las albas teñidas de rosas, oro y marfil, al decir del poeta, así como la policromía de los ocasos de esta preciosa tierra nuestra, a la que tanto amamos, que bien podíamos decir sin exageración alguna: ¨Quienes nacimos en Campeche, vivimos y morimos en la gracia de su poetividad exquisita¨.

Y es que en efecto, vivir en el recuerdo es volver a vivir…

José Luis Llovera Baranda

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