sábado, 2 de abril de 2011

Nuestro amigo Pepe Toraya.



Todas las ciudades del mundo tienen a sus personajes característicos. Campeche no es la excepción. Podemos citar a muchos, pero en esta ocasión nos referiremos a nuestro amigo el Sr. José Toraya Barquet, quien reúne todas las cualidades denotadas con la palabra campechanía: en efecto, es sincero, con la bondad propia del provinciano acendrado como es él, conserva siempre su espíritu juvenil a pesar de que ya puede considerarse que ha tramontado la tercera edad y esta perenne emoción primaveral lo hace proclive a conservarse también, a pesar de su edad, como un inmarchitable galán, y por ello enamoradizo y frívolo dentro del ancho territorio de un don Juan, no el que mereció las severas críticas del Dr. Marañón, sino con la lozanía varonil y eterna de un auténtico ladrón de corazones.

Las señaladas circunstancias de Pepe Toraya lo convierten por sus propios méritos en un tipo genuinamente representativo del campechano eterno, pues no admite en su proverbial unidad las distinciones entre Campeche nuevo y Campeche viejo que se redujeron a una calificación temporal meramente política.

Ha de decirse también para beneficio de sus amores procurados, que permanece aún sin allegarse a su media naranja, ya que defiende su empedernida soltería con verdadera pasión, pensando quizá en sus adentros que por qué va a hacer feliz a una sola mujer, pudiendo muy bien hacer felices a varias con sus amores efímeros y permanecer en esa forma como un deseado galán que practica el arte del enamoramiento a la manera antigua, o sea, caballeresco y respetuoso de la dama presunta a la que regala sus más emocionados piropos siempre animado por el innato respeto como el que guardó el inmortal don Quijote por su inefable Dulcinea.

Con estas palabras no queremos herir en forma alguna a nuestro estimabilísimo amigo Pepe Toraya, sino aunque hoy está escrito, como uno de los comentarios que solemos hacer sábado a sábado, las decimos siempre en las amenas tertulias a las que su amistad convoca en su domicilio y a las que puntualmente asistimos con verdadero contento y ufanía porque flota ahí ambiente de verdadera y leal camaradería, pues todos los concurrentes estamos religados con finos lazos de afectuosa amistad.

Sirvan también estas líneas de felicitación al amigo Pepe, por su reciente onomástico que será igualmente el señalado motivo de la próxima reunión con él.

José Luis Llovera Baranda.

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