sábado, 12 de marzo de 2011

DESDE LERMA, A CORAZÓN ABIERTO...

Desde Lerma parte la voz que se alimenta con verdes celestes y azules marinos para proyectar palabras de brisa, luz y cielo. Y en la arena lermera se escriben, con las alas de la imaginación, pensamientos bellos que nutren espíritus y dan más vida a la vida.

Así pudimos leer en el arenal del recuerdo, siempre presente, que si la voluntad bastara al numen, si el entusiasmo fuera fruto únicamente del espíritu capaz de producir la belleza en sus múltiples formas, cuántas cosas de exquisita hermosura brotarían del intelecto para conmemorar hechos y bendecir nombres que en el señuelo de la gratitud deben ser luminarias que vayan guiando a las generaciones presentes y futuras al santuario sagrado del recuerdo donde, al calor del patriotismo,  se encienda la lámpara votiva que brinde intensa luz a todo lo llamado a perdurar entre la obscuridad del olvido y la punible indiferencia que las naciones y los pueblos que no rinden homenaje a sus benefactores no merecen lugar en el amplio camino del progreso.

En Lerma aprendimos a entender lo que dicen las cosas en noches de eternas remembranzas e interpretar mágicos lenguajes, cuando la montaña se ilumina de luz que inundan las estrellas es más azul el firmamento, el follaje es de verde filigrana, canta el ruiseñor su alegre serenata y hay orgía de luces, flores, perfumes y armonías, sin que falten los trágicos lamentos de las aves nocturnas, ni los espantosos graznidos de las brujas que en las sombras emprenden el vuelo, cuando anuncia el crepúsculo el gallo con su alegre diana y se oye el palpitar de la vida en el tañer de la campana cuyo eco repercute en nuestros corazones añoranzas de horas jubilosas, y el cielo se llena de matices y la luz vencedora se abre paso y el alba extiende en el horizonte la policromía matinal que convoca a los hombres al trabajo, que es la bendición de los pueblos, el amparo de las sociedades y el sostén de las familias.

Desde nuestro pueblo lermero repetiremos hoy y siempre, como nuestros ancestros lo hicieron con gallardía y coraje, que la actual generación, que por desgracia gime bajo la melancolía del desengaño, la tristeza de la desconfianza y la tremenda lucha que sostiene entre los recuerdos del pasado que la entusiasman y enaltecen y el temor por la duda y la obscuridad del porvenir que la confunde, torne nuevos bríos y se sobreponga a los decaimientos y con la cara al sol marche a la reconquista del ideal por todo lo hermoso y bello que dulcifique la amarga existencia del género humano.

A corazón abierto digamos: "Continuemos por el sendero de la vida, iluminados por la luz de la virtud y del trabajo en busca de firme y resplandeciente paz, para que se siembre el campo de doradas espigas y se temple el espíritu para escuchar música de ángeles, música bendita, única digna de oírse en el gran concierto universal", porque aún paréceme  escuchar el revolotear del ave fénix emergiendo de sus cenizas en las únicas playas del mundo que se detienen para dejarse ver.

José Luis Llovera Baranda.

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