lunes, 14 de marzo de 2011

Urbanismo material e inmaterial.


La Real Academia Española define al urbanismo como “el conjunto de conocimientos que se refieren al estudio de la creación, desarrollo, reforma y progreso de los poblados, en orden a las necesidades materiales de la vida humana”.

Es evidente que las necesidades materiales son acorde a las exigencias inmateriales de los seres humanos, de tal suerte que podríamos inferir que el urbanismo representaría una continua y permanente simbiosis de ambas premisas, fundamentales en la vida del hombre: las necesidades materiales y las inmateriales. Una conlleva a la otra.

La ciudad como reflejo fiel, aunque lento, del acontecer progresista de cualquier sociedad, es en muchas ocasiones “víctima” de este mal concebido progreso que, rampante y vertiginoso, se agolpa en una perversa mezcla de confusión y caos.

Pero, ¿por qué tiene que ser tan complicado mantener el orden en nuestras ciudades?, ¿es que no hay planeación en nuestro país? La respuesta es simple y tajante, si hay planeación en México y buena, lo difícil es seguirla al pié de la letra sin toparnos con la multiplicidad de intereses, regímenes de propiedad, conflictos legales, controversias constitucionales y demás circunstancias que contribuyen a hacer de esta problemática una situación enrevesada sobre la cual, quienes nos dedicamos a la planeación urbana, tenemos que desmenuzar y abrirnos paso sobre toda una maraña de conjeturas frecuentemente indescifrables, para casi arribar en una solución decorosa. Esto no es lo deseable, pero es casi siempre lo realizable.

Entendamos lo material como todo lo tangible; nuestras calles, banquetas, mobiliario urbano, señalización, etcétera; concibamos lo inmaterial, en este caso, como todos los parabienes que como habitantes de toda ciudad desearíamos tener como producto de la existencia de determinados elementos físicos que nos ayudan a vivir y a concebir con suma claridad nuestros entornos urbanos. Comprendamos lo inmaterial como los múltiples satisfactores que recibimos como respuesta inmediata de estos elementos palpables de nuestras ciudades. En síntesis, valoremos lo inmaterial como nuestros índices de calidad de vida.

La zona metropolitana de Vancouver, mejor conocida como “Metro Vancouver”, es quizás la región urbana con mejor calidad de vida en el mundo y esto es debido a diferentes circunstancias, todas por supuesto, ligadas a la capacidad de gobernar y de interactuar entre los diferentes gobiernos y tomadores de decisiones de la sociedad en general que, finalmente, dan como resultado una casi perfecta simbiosis entre los factores materiales e inmateriales sobre los cuales hemos hablado.

México quizás se encuentre un tanto alejado de esta anhelado resultado, tal vez tengamos que construir muchos lazos y puentes que vinculen la una con la otra, y para esto es posible que se requiera una reestructuración de nuestro sistema político y de nuestro marco legal urbano. Así es, todo lo anterior es probable, pero es necesario sugerirlo, implementarlo, hacerlo; nunca es tarde para comenzar esta noble cruzada por la habitabilidad en nuestras ciudades.

 José Luis Llovera Abreu.

No hay comentarios:

Publicar un comentario