Archivo General de la Nación. Fondo Hermanos Mayo |
Hace unos días un estimado amigo nos comentaba que no terminaría nunca de lamentar el hecho de que por sistema se le hubiera negado a Juan de la Cabada la medalla “Justo Sierra Méndez”, máximo reconocimiento que pueblo y gobierno de Campeche otorgan a todos aquellos que, por su trayectoria cultural, hayan puesto en alto el nombre de su estado natal.
Sobre el particular nosotros pensamos que, como sucede en la entrega de premios y reconocimientos, aquí y en todas partes se cometen errores de apreciación, pero también hay aciertos. Y bien sabemos que muchas personas se prestigian con un premio, en tanto otras son precisamente las que le dan seriedad y brillo al propio premio.
Le recordamos a nuestro amigo que en la lista de los premios Nobel de Literatura notábamos la inexplicable ausencia de Jorge Luis Borges, James Joyce, Franz Kafka y Marcel Proust, y no por eso resultan perjudicados en lo más mínimo, pues con el Nobel o sin él sus obras seguirán siendo formidables monumentos literarios para siempre.
Lo mismo podemos decir del autor del cuento “La llovizna”, que puede ser modelo en su género, y otras narraciones más que por su calidad rebasaron nuestras fronteras nacionales.
Quisiéramos recordar hoy las palabras del gran escritor yucateco Ermilo Abreu Gómez, cuando refiriéndose a Juan de la Cabada nos dice: “Los cuentos de Juan los hemos leído muchas veces, y por Dios santo, que nos parecen cuentos sencillamente maestros, admirables desde todo punto de visa, por el tema, por la forma y la maliciosa y terrible intención. Son cuentos vividos y muchas veces soñados. El tema está aprisionado con tanto poder que se diría que es ficción. El idioma fluye, natural, sin tropiezo alguno. La idea y la palabra se ayuntan en forma indisoluble. Tras la lectura de estos cuentos la conciencia se queda muda ante la energía, el dolor, la vitalidad y la belleza que realizó el autor. Los cuentos de Juan de la Cabada figurarán entre los cuentos clásicos de la literatura moderna de México”.
José Luis Llovera Baranda.
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